Blogia
eltiempodecomunicarse

EL HOMBRE QUE VOLVIO A INVENTAR LA CARTA

EL HOMBRE QUE VOLVIO A INVENTAR LA CARTA
LA NACION - Lunes 2 de Octubre de 2000

 El hombre que volvió a inventar la carta

  • Se llama Ray Tomlinson y los historiadores ya lo ponen a la altura de Marconi y Bell
  • Creó el e-mail
  • Pero no tenía ninguna intención de llegar tan lejos

Como ya vimos hace algunas en-tregas (en la No 179, para ser precisos), el correo electrónico fue creado en 1971 por Ray Tomlinson, ingeniero de la compañía Bolt, Beranek & Newman, la consultora que había ganado una de las licitaciones para producir los primeros Interface Messaging Processor ; los IMP eran la base de la incipiente Arpanet.

Lo que no dijimos, y éste es el momento de hacerlo, es que el e-mail es también un gigantesco malentendido. Tomlinson partió de dos programas que ya existían (el sendmsg y el cpynet) para dar origen a un simple sistema de mensajería basado en texto para los ingenieros que trabajaban con él. En 1972 lo modificaría para que funcionara sobre Arpanet, la que pronto se convertiría en Internet.

Pero el mismo Tomlinson reco-nocería luego que lo había hecho no sólo por necesidad personal, sino que además había tenido que ocultar un poco este pequeño proyecto, ya que se suponía que debía estar haciendo otras cosas en sus horas de trabajo. La cuestión es que este pequeño proyecto iba a convertirse al año siguiente en la aplicación más popular de la Red, ocupando el 75% del tráfico de datos. Hoy en día, junto con la Web, sigue siendo la columna vertebral de Internet. El e-mail, con el telégrafo y el teléfono, constituye uno de los hitos en la historia de la tecnología de comunicación humana.

Pero Tomlinson no la diseñó pa-ra eso; no tenía idea de que en apenas unos años gran parte del mundo civilizado iba a estar funcionando sobre su invento.

Por eso tampoco se le ocurrió implantar sistemas anti-spam (publicidad no solicitada) y cosas por el estilo. No es la primera vez que acontece algo así en la historia de la tecnología, pero el invento de Tomlinson es un caso extremo: tal era el grado de novedad de Arpanet que prácticamente todo estaba por hacerse. El e-mail fue, entre otras cosas, la primera aplicación para la Red con un fin concreto (y no, por ejemplo, para probar el envío de paquetes).

Lo simple es bello

Era todo tan nuevo que no sabíamos qué hacer con la Red. Tomlinson necesitaba intercambiar breves mensajes de texto con sus colegas. Así que, simplemente, inventó el e-mail. Como todo el mundo necesitaba algo así (hoy esto está muy claro), la primera aplicación tardó sólo unos meses en convertirse en vital. Hoy es vital para la economía del mundo industrializado, como lo demostró el virus LoveLetter .

La ausencia de todas esas características que uno estaría dispuesto a añadirle al e-mail (empezando por el mismo Tomlinson) son lo que lo han hecho tan popular. Llegó tan lejos porque es simple, poco exigente en ambos extremos (servidor y cliente) y extremadamente rápido. En condiciones normales, un e-mail tarda algo así como 60 segundos en llegar a las antípodas.

Al ver los proyectos de software actuales, en los que trabajan centenares de programadores y cuyo desarrollo y depuración lleva años, uno no puede menos que sonreír ante la clarividencia y genial ingenuidad de Tomlinson. Si no hubiera sido por su pequeño proyecto no autorizado, todavía estaríamos esperando el e-mail. O tendríamos una guerra de estándares, lo que es aún peor.

Tal como lo conocemos, fue el proyecto de un solo hombre (lo que nos lleva, de nuevo, muy cerca de Graham Bell, Marconi o Edison). Varios servicios de Internet han sido obras solitarias y, frecuentemente, fruto de las horas libres. La Web, de Tim Berners-Lee; el IRC, de Jarkko Oikarinen; incluso el paquete de protocolos TCP/IP, el motor de Internet, creado por Cerf y Kahn. Este dato también nos será útil en el uso cotidiano de esta maravillosa herramienta. Estamos habituados a pedirle a una computadora más de lo que puede hacer; con el correo electrónico esta exigencia se convierte en verdadera injusticia.

Cuando analicemos cómo funciona el e-mail tenga siempre presente su origen; esto es de gran ayuda para emplear de manera eficiente un servicio esencial.

Aplicaciones

Paradójicamente, uno de los mayores obstáculos con los que nos encontramos al utilizar el correo electrónico es la variedad de programas de e-mail que existen. Cada uno con su interfaz y su configuración, más o menos opciones, orientado a una conexión dedicada o telefónica o ambas, y así. Por lejos, entre los usuarios de PC con Windows, la aplicación de mensajería electrónica más utilizada es el Outlook Express (OE), que viene con Windows 98 o se baja gratuitamente de la Web de Microsoft ( http://www.microsoft.com ).

La mayoría de los ejemplos se apoyará, por lo tanto, en el OE, pero también visitaremos la configuración de otros programas que, o bien disfrutan de bastante popularidad, o bien poseen funciones especiales, como eliminar mensajes del servidor remoto antes de bajarlos a nuestra PC, ahorrando tiempo en línea y, por lo tanto, dinero. En rigor, cual-quier usuario de Windows puede ver el contenido de su casilla en un servidor remoto a través de una sesión Telnet, pero eso se reserva, y con justa razón, para los operadores más avanzados.

Por si está preguntándose qué es esto del servidor remoto, en la próxima entrega estudiaremos, precisamente, cuál es el circuito de un mensaje de e-mail.

Ariel Torres

 

 

0 comentarios